Un alegato en defensa del discurso de Ana Iris Simón frente a los ataques del nuevo progresismo urbanita ecologista.
La dicotomía urbe-rural siempre ha tenido un componente clasista , o de cierta superioridad de los primeros respecto a los segundos . Antes los adinerados venían al pueblo o a sus fincas a descansar y de ello se beneficiaban las gentes del lugar por gratificaciones varias que les servía para aliviar de forma momentánea sus necesidades básicas y sus miserias.
Hoy la globalización y la deriva territorial siguen condenado a la España vaciada a la marginación y la pobreza. Quieren de ella un enorme hostal rural donde vengan a descansar los sufridos urbanitas los fines de semanas y puentes. Un parque temático para su disfrute y a su servicio. A centenares de pueblos se les ha pretendido callar bajo la quimera del turismo rural como si lo que ofrece cada uno de ellos fuera único, lo mejor, y fuera a movilizar a miles de personas que encantados van a descubrir sus enormes maravillas.
Desde la urbe se "vende" esta visión opiácea . Desde las zonas rurales se pide cada vez con mas fuerza algo tan básico como un techo, un trabajo y un futuro para sus generaciones. A través del desarrollo y la producción.
Llama la atención en todo ésto el papel de una buena parte del nuevo progresismo nacido en los ambientes de precariedad urbana que no se ha molestado en entender la vida rural. Entre otras cosas porque desconocen la vida diaria y cotidiana en nuestros pueblos .
Es un progresismo ecologista de postin que da lecciones al mundo rural desde su posición contemplativa. Que creen que por enseñarles una mañana a sus hijos cómo coger tomates de una tomatera entran en sintonía con el maravilloso mundo rural como si de una experiencia transcendental se tratara, selfie incluido subido a las redes sociales para regocijo de los propietarios de Facebook.... Que no han vareado un olivo, ni se han calentado con un brasero de picón, ni distinguen una acelga de una espinaca en tierra, pero que saben mucho de la agenda 2030, del calentamiento global y de Greta Thunberg. Lo hacen desde su telefono móvil que cambian cada dos años hechos con materiales de minas africanas de nativos sobrexplotados. Minas que rechazan abrir aqui porque "contaminan mucho".
Esta gente que habla mucho de las reivindicaciones identitarias y liquidas de ciertos colectivos y que no atiende las condiciones de vida de un agricultor de la campiña del Guadalquivir está muy ofendidita por las palabras que Ana Iris Simón dijo el pasado domingo en el Palacio de la Moncloa donde reivindica lo más natural: Que tenemos derecho a un trabajo estable, a disfrutar y tener una familia, a no estar presos de un mundo deslocalizado y globalizado , a proteger nuestra gente, nuestra cultura y nuestros productos .
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