Ésta es una crónica personal de lo que viví el pasado domingo en el último adiós que dimos a Julio Anguita a las puertas del Ayuntamiento de Córdoba
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Mucha gente acompaña a J.Anguita en su último paseo |
-“¿Vais a venir Tere?”
-“Me acercaré, iré sola , ya te digo”.
Tere
es una gran amiga, de siempre, y periodista. Ella mantenía una relación
estrecha con Julio Anguita y estaba muy afectada. Quedamos para despedirnos de una persona a la
que hemos admirado mucho.
Hoy
debería ser Domingo de Patios. Pero es una tarde gris.
Salgo de casa en dirección a la Calle Capitulares. Mientras voy andando pienso en aquel día, en 1989, en el que decido afiliarme
a IU cuando escucho las palabras que Anguita le dedica a Dolores Ibarruri en su
entierro. Pienso en mi padre, también pienso en compañerxs que fallecieron luchando mucho y
consiguiendo tan poco. Pienso si merece
la pena complicarse la vida tanto,
señalarse, cuando ni el mundo, ni tu
entorno te lo va a gradecer. Pienso todo ésto porque mañana Julio Anguita estará
enterrado,y este mundo seguirá funcionando con sus mismas miserias, como si nada. Por el camino comparto algunos mensajes con
familiares y amigxs, de alguna manera les quiero hacer sentir participes de lo
que voy a presenciar ya que no pueden estar, y porque les hecho de menos.
Doblas la esquina y llegas a un enorme silencio, un decorado
humano de cientos de estatuas, cada una fijada
en un pequeño cuadrado, como si fueran piezas de ajedrez, personas con un gesto escondido tras
una mascarilla. En estos casos los ojos
dicen todo. Hay muchas edades, tres
generaciones de miradas perdidas e impotentes. Quizá por deformación profesional siempre me
ha gustado observar a las personas en situaciones grupales. Me
acuerdo en todxs aquellxs que se afilian a un partido para formar parte de la
red clientelar, pero este honroso partido no es de esos, aquí hay mucha
dignidad. Les miro convencido que en cada unx de ellxs hay más historias de
derrotas que de alegrías por defender
los principios que hoy se van con Julio. Nadie nos ha obligado a venir esta tarde, y aquí estamos muchxs, pero
sólxs, presenciando de forma voluntaria una nueva pérdida, otra derrota.
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Foto del diario CORDÓPOLIS |
Mientras
sigo observando las miradas y posturas
corporales me detengo en un fotógrafo que está cerca de mí; de golpe rompe a llorar llevándose la mano a la
mascarilla, como tapándose la boca; me giro hacia donde mira y es el ataúd que
ya baja las escaleras del Ayuntamiento. Mientras asoma el féretro se pone a
llover, como si estuviera planificado, no se abre ningún paraguas. El coronavirus no permite consuelos físicos, pero al menos está el consuelo simbólico que el resto de los sentidos
perciben: Una tarde muy gris, y una lluvia que aparece
justamente cuando se inicia una gran ovación al aparecer el féretro. Ni antes ni después, en ese preciso instante, Como si la ciudad estuviera triste y comenzara a llorar .
Anguita
sale de su Ayuntamiento llevado por trabajadores de la funeraria, por esas personas
anónimas. En un lugar privilegiado hay una violinista con su partitura que deja de tocar porque la ovación impide
oir nada. Detrás las personalidades
políticas locales y ex alcaldes de Córdoba que se quedan en su “hábitat",en
las puerta del Ayuntamiento y no bajan
con la gente mientras observan desde la
distancia algo que no van a tener: El
cariño espontáneo popular tan grande.
Creo
que la pandemia ha ayudado hoy a evitar el oportunismo y el protagonismo
político con rentabilidad mediática, con tintes de apropiación de la persona. Si hay algo que me satisface es ver el cariz popular con el que continúa este
momento. Anguita es llevado a hombros por estos trabajadores y se mezcla entre sus
vecinxs, que rodean el coche fúnebre y que no paran de aplaudir y
dedicarle gestos cariñosos con un tremendo saber estar. Su último “acto” es
entre la clase trabajadora y los cordobeses y cordobesas, con la actual “clase política” alejada. Hay muy pocas banderas, sólo algunas rojas y republicanas, ninguna de IU .
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Foto del diario CORDÓPOLIS |
Y como si de una nueva indicación suya fuera, de esas afirmaciones tan categóricas que
a veces tenía, parece como si dijera a lxs que estábamos allí: “Vamonos
ya, demos el último paseo por mi
Córdoba”.
Y
se va. Como en los duelos antiguos. Y la gente detrás aplaudiendo, nombrándole,
con el puño en alto, anónimxs que salen a los balcones a decirle “hasta siempre
compañero”, “adiós maestro” ,”gracias Alcalde”, trozos de tela roja en ventanas. Su último
paseo: Capitulares,la calle Diario Córdoba,
hacia la Ribera , en dirección a Fuensanta.
Y
como aquel dia cuando se enterró a
Dolores, hoy se entierra a quien se despidió de ella e inició una gran etapa
que parece se cierra, o se abandona .
El
acto finaliza como empezó, raro, sin poder dar dos besos a Tere. Nos
despedimos:
-“ Esto se ha acabado” ,
-“ Sí, se ha terminado”.
- “¿Quien va a recoger el testigo de
todo ésto?”.
- (Silencio)
Y
así vuelvo a casa, recordando esa toná que José Menese, le dedicó a Francisco
Moreno Galván cuando falleció y que bien podía cambiarse el nombre por el
protagonista de esta crónica.
“Que se me abrieran las carnes
y me partieran los huesos
antes de llevar esta pena
que no resiste mi cuerpo
Tenias Francisco Moreno
hechuras de patriarca
de sabio el entendimiento
y de indomable la casta.
Y aquel que se va
va diciendo en el silencio
¡Que grande,
que grande es la libertad!”
Guardaré siempre su ejemplo, y también algunos momentos compartidos. Con el recuerdo de haberlo visto hace no mucho comiendo caracoles o tomando café en una
terraza de su barrio mientras me dirigía al Instituto .
Hasta
siempre, y gracias maestro.
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