El discurso imperante del ecologismo está actuando para legitimar este sistema, minimizar sus contradicciones y desigualdades mientras descarga sobre el que menos tiene la responsabilidad de mantener el planeta. Y muchos de los activistas sociales colaboran, lo aceptan y reproducen dicho discurso en la práctica.
Hay que aceptar este mensaje de forma
acrítica, nunca cuestiones nada más allá de lo que hay , como tampoco era bueno
cuestionarse las encíclicas papales o los dogmas de fé hace siglos. Es
bueno, te hace un ciudadano responsable pertenecer a la causa, aunque para ello
sigas pasando penalidades, seguir siendo pobre en tu día a día, poner lavadoras por la noche. No
consumas carne roja, cómprate el coche que contamina menos aunque para ello tengas
que endeudarte más con el banco.
Porque… si te da por pensar a lo mejor
encuentras contradicciones que son difíciles de entender. Hoy el discurso predominante ecologista nace en las grandes corporaciones y multinacionales, las mismas que
externalizan su producción deslocalizándola produciendo piezas en
distintos países para que sus costes sean menores y sus beneficios muchos mayores,
agrandar la cuenta de resultados y satisfacer a los grandes fondos de
inversores, con nombres y apellidos.
Este discurso no encuentra enemigos.
Si antes los culpables del deterioro del planeta eran algunos Estados y multinacionales hoy se hace incapié en quien no tiene más remedio que comprarse un
coche de segunda mano de 15 años por 3.000 euros para poder ir a trabajar porque
no dispone de 25.000 para otro que emite menos dióxido de carbono; la madre que no tiene otra opcion que comprar para sus hijos pollo de granja intensiva porque el ecologico vale más de doble... Es decir, tu vecino , tu prima, o yo mismo que en mi conciencia llevaré
la culpa de que mi primer coche fuera un Golf de 11 años de antigüedad. O sea: el pobre desgraciado que bastante tiene con vivir y asomar la cabeza. Y además te señalan.
El discurso dominante ecologista es sistémico, no cuestiona ya las estructuras, piden el voto para opciones que legislan a favor del libre comercio o que aumentan el gasto en armamento, hacen de la Agenda 2030 una causa sólo porque les han dado cierto protagonismo en ella cuando está elaborada de manera antidemocrática por las élites , y se conforman con medidas más simbólicas que transcendentes. El otro, el ecologismo clásico , alternativo, es residual y testimonial también por comodidad y funcionalidad de sus protagonistas. Y como ha solido pasar en gran parte de los movimientos sociales, actúa de cantera del imperante.
Todo esto le viene muy bien al sistema a cambio de dar a los nuevos protagonistas presencia mediática, financiaciones públicas privadas y algo de presencia en los medios de comunicación. Medios también controlados por esas corporaciones que hacen de la forma de producción, la sobrexplotación de los recursos naturales, su especulación y su tributación en paraísos fiscales un modelo ya incuestionable.
La simbiosis perfecta. Es más fácil que te convenza a través de un medio de comunicación un activista para que compres ese coche eléctrico que el presidente de un banco que te va a dar
el préstamo. El discurso va a ser el mismo. Los dos ganan, aunque el vehículo venga de Asia. Pero no esperes del activista
ninguna movilización cuando hay pueblos enteros de nuestra España rural vaciada que
no disponen de ninguna sucursal bancaria.
Y no pasa nada, que ésto lo hacemos
frente con una merienda ecológica sostenible patrocinada por la concejalía de
turno o con una concentración en la plaza céntrica de nuestra localidad
convocada a través de nuestros móviles chinos que dejan de funcionar a los dos
años… Y ya todo arreglado, a dormir
tranquilos.
VETUSTA MORLA: BOCA EN LA TIERRA
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